El suflé de Podemos pierde aire a pasos agigantados. A pesar de que todavía mantiene una importante capacidad de movilización, la formación morada cada día que pasa tiene una menor capacidad de influencia, con Pablo Iglesias Turrión, como el líder político peor valorado, según el CIS

Tras cuatro años en los cuales Podemos no dejó de crecer, en votos, en número de representantes públicos y hasta en afiliados, el 2017 que acaba de terminar, puede ser calificado de annus horribilis para la formación política que pilota Pablo Iglesias Turrión.

Además, en lo que respecta a su vida orgánica, las aguas no dejan de bajar revueltas, con discrepancias de calado entre las diversas «familias» que conviven en la formación morada.

El desgaste es ya más que evidente, en una formación política que estaba llamada, Monedero dixit, a “tomar los cielos por asalto”. Las purgas se suceden de manera cíclica, y si Franco cesaba a sus ministros vía motorista, a los cargos orgánicos de Podemos se les suele cesar vía Twitter, y en menos de 140 caracteres.

A pesar de que nadie duda, de que esta atípica formación política, sigue teniendo una muy acendrada capacidad de organizar circos mediáticos, sobre todo en el Congreso, la capacidad de influencia de la formación política en la que participa Carolina Bescansa, es menguante.

Para no perder comba, en este 2018 que ahora comienza, los de Vista Alegre, intentarán seguir conjugando la presencia en las instituciones con la movilización de sus bases, tomando la calle como un escenario político más.

Pero lo datos son tozudos. En el último sondeo del CIS, del pasado noviembre, muestra que Unidos Podemos pierde dos puntos y ha aumentado la diferencia del PSOE para con los de Iñigo Errejón.

Al mismo tiempo, Pablo Iglesias Turrión, pasa por ser, según los datos del Centro de Estudios Sociológicos, el político de proyección nacional peor valorado, y solo el 10% de los que votaron a Podemos en el 2016, volverían a hacerlo a día de hoy.

Fuente – Deia    |    Imagen – thierry ehrmann