Los últimos coletazos de la legislatura en Euskadi empiezan a ser complicados para los dos socios de gobierno, PSE – EE y PNV, con las necesarias fricciones para entonar una voz propia y amortizar su acción de gobierno
La previsión es del propio Andoni Ortuzar, a la sazón presidente del PNV, que después de haberse reunido con el grupo parlamentario de la formación nacionalista, aventura un curso político «complicado».
El primer escollo, a buen seguro, será el Pleno de Política General que se va a celebrar la próxima semana, en concreto el jueves, que puede ser el primer escollo que habrá de superar el PNV y también su socio de gobierno, el PSE – EE.
De seguir con la tónica habitual, es muy posible que EH Bildu no apoye los próximos presupuestos, debido a que históricamente, por motivos de índole estratégica o táctico, nunca ha dado sus votos para sacar adelante las «cuentas».
Los jeltzales también esperan que el PP «les pase factura» por haber apoyado la moción de censura contra Mariano Rajoy, en la forma de no apoyar con sus votos los presupuestos generales de Euskadi.
En el PNV se entiende que la negativa del PP a participar con sus escaños en el nuevo presupuesto por simple venganza, aunque desde la dirección popular se pretende «envolver» a decisión como el resultado de la cerrazón del polo soberanista formado por PNV y por EH Bildu.
El Lehendakari Urkullu valora que puede haber «movimientos tectónicos» en la coalición con el PSE – EE, máxime cuando en mayo de 2019 las dos formaciones políticas se verán las caras, intentando amortizar su presencia en el Gobierno vasco.
Nada nuevo bajo el sol en el discurso que planteará Urkullu en el próximo pleno: necesidad de profundizar en el modelo territorial y exigencia a las máximas magistraturas del Estado español para avanzar, de una manera pactada, en el autogobierno.